viernes, 8 de agosto de 2008

BLAS INFANTE,UN PENSAMIENTO VIGENTE EN LA ANDALUCIA DEL SIGLO XXI

En este nuevo aniversario de la muerte de Blas Infante, cuando en la actualidad tantos manipulan su figura según sus intereses políticos, cabe preguntarse ¿cuántos de estos han leído algo de la obra de Blas Infante? Creo, sinceramente, que pocos, sino ¿cómo se explicaría como unos hablarían de un andalucismo constitucional? Me refiero a los dirigentes del Partido Popular, como si alguna vez hubiera habido dentro del pensamiento de Blas Infante o del andalucismo algunas ideas en contra de la legalidad democrática y de un gran sentido humanista de la vida. O como los otros, los dirigentes del PSOE, hablan de él como cercano, cuando durante gran parte de la II República precisamente no lo apoyaron, sino más bien todo lo contrario, lo combatieron.
Blas Infante no pertenece a ningún partido político, pero menos, muchos menos, a aquellos que siguen teniendo la misma consideración para Andalucía, que aquellos a los que combatió políticamente Blas Infante en su época. Los que mantenían a Andalucía abotargada, sin conocerse así misma y como pueblo de segunda, dentro del Estado para sus beneficios políticos y económicos. El entendía una Andalucía libre basada en andaluces libres, pues desde muy joven, cuando estaba internado como alumno de bachillerato en el colegio Jesús Nazareno de los Escolapios, en Archidona, quedó impresionado por la pobreza de los braceros del campo, que tenían que ir a la puerta de su colegio a que les dieran algo para comer. Descubrió que en Andalucía no todos eran libres, pues había hambre y la educación y cultura era mínima.
Blas Infante hoy, igualmente, quedaría frustrado viendo el número de parados que tenemos que, además, aumentan; viendo como nuestras zonas rurales siguen teniendo la misma dependencia que entonces. Se han cambiado los señoríos o mejor dicho, además de los que quedan antiguos, tenemos otra serie nueva, que mantiene el clientelismo y esas dependencias.
Andalucía se ha desarrollado, pero mucho menos de lo que debiera en nuestro contexto europeo y español, con la agravante de que seguimos siendo una tierra con enormes potencialidades materiales y humanas, pero no rompe sus ataduras de dependencias. Es fácil de ver. Antes, directamente, se llevaban las materias primas, ahora las empresas son de propiedad de fuera, con lo que las plusvalías de todas ellas salen de nuestra tierra. Seguimos sin tener una estructura económica sólida propia que genere riqueza para esta tierra. El peso del sector público en Andalucía es mayor que en otras comunidades autónomas, como ejemplo esta el empleo, lo cual viene a determinar la limitación de nuestro desarrollo. Son dependencias que nos limitan.
En estos momentos, se negocia la financiación de las comunidades autónomas, otro punto de dependencia. Mientras que Cataluña mantiene una bilateralidad con el Estado, gracias a un estatuto votado por los diputados del PSOE andaluces, Andalucía no mantiene esa misma bilateralidad, gracias a los mismos diputados en Madrid del PSOE que lo negó. Consecuentemente, Cataluña mantiene un rango mayor que Andalucía a la hora de negociar. No todas las comunidades autónomas somos iguales, gracias a ello conseguirá, al final, una mejor financiación. Por supuesto, el Estado dispone de una cantidad determinada. Si una parte consigue más, otras tendrán menos, y ese papel dependiente tendrá Andalucía, que saldrá perdiendo.
Las tipos y formas de manipulación han cambiado en el siglo pasado desde la muerte de Blas Infante, pero las dependencias siguen. Al igual que entonces, desde el poder político, instalado en la poltrona, se adormece y se abotarga a los ciudadanos. Se evita que seamos reivindicativos de nuestros derechos.
Comparto el pensamiento Otto Von Bismarck, quien decía: “Que el político piensa en la próxima elección, el estadista piensa en la próxima generación”. Blas Infante era un estadista, pensaba en recuperar la historia y la cultura andaluza para que los andaluces tuviéramos conciencia de nuestra identidad, no sólo sentimiento. Pensaba en cómo la tierra podía dar de comer y educación a sus hijos e hijas para que éstos fueran libres. Por ello, era un peligro. Pensaba como debían ser las relaciones de igualdad, de solidaridad y de respeto, entre los pueblos, pensaba en como las futuras generaciones encontrarían Andalucía. Hoy, esos que hablan de Blas Infante, sin leerlo, piensan en las próximas elecciones, no en las próximas generaciones de andaluces, son sólo políticos, Blas Infante era otra cosa.

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