Durante siglos y siglos un río escarbo para crear un gran tajo, sobre el se construyó una fortaleza y un pueblo. Un paisaje singular. El río ya no es lo que era, más que río es un hilo de agua y la fortaleza ahora esta sitiada, después de resistir durante tantos ataques en su historia, por la modernidad. Es la nueva infantería del urbanismo desaforado.
El tajo esta siendo lentamente ocupada, no son tropas castellanas, ni son tropas andalusíes, es un aparcamiento el que esta acabando con la ladera del tajo. Una pared labrada a lo largo de los siglos esta siendo eliminada por las grandes máquinas. El viejo río, con su escaso contenido, es ya incapaz de cabrearse ni revelarse contra quién borra su destino natural. Su cauce ya no tiene ni lágrimas.
La fortaleza, en su día inatacable, ve como los ladrillos la van acosando, de manera anárquica, poco a poco adueñándose de todo su entorno vital, reduciendo su señorío. Ve crecer las nuevas moles, Templos de Modernidad, para esos ídolos que son los coches.
Pero el deterioro no es sólo para las piedras, también lo es para sus habitantes. Así, mientras que se construyen con rapidez, cuando interesa, cuando los intereses no son económicos sino los de vecinos, nos encontramos con lentitudes angustiosas. Así en una zona de naves industriales, en una de ella, que incluso sirvió de escuela taller, se convirtió en vivienda provisional a un par de familias.
El problema es la costumbre de este país, donde lo provisional se convierte en eterno, pues hace ya tres años desde entonces. Si apreciamos el techo de la nave, queda claro que en el verano es un horno y en el invierno un congelador, pero con goteras. Lo más desesperante es que las nuevas viviendas, las que corresponden a estas familias, llevan acabadas desde hace unos meses, pero todo esta parado, faltan las ventanas, grifos y poco más. Dos semanas de trabajo. Esperemos que no se espere a una fecha gloriosa para la inauguración oficial.
Es verdad que todos no tienen el mismo problema, el Dueño y Señor de la villa, en este tiempo se ha construido esta casita, en una ladera privilegiada, sólo son 600 metros cuadrados, según se cuenta, que han mejorado los pocos que había en su lugar.
El Dueño y Señor de la villa, se podrá criticar por muchas cosas pero no por su buen gusto. Domina, como la antigua fortaleza, la vista de toda la zona, rodeado de bellos olivos que peinan la ladera.
Se ve que el ayuntamiento ha cuidado que el acceso a la zona sea perfecto, de hecho al lado hay un centro de interpretación, todavía no inaugurado, pero que convierte todo ello, en un entorno perfecto.
Acabaré esta historia, dejando al fondo la casa que domina el tajo y la villa, con el aparcamiento que atenta a la historia y a la naturaleza.
No puedo reprimirme, recuerdo cierto dicho popular "Dios perdona siempre, el hombre perdona algunas veces, pero la naturaleza no perdona nunca". Cuando vemos desastres naturales, muchas veces son causa de nuestras barbaridades.
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